El estrés y la ansiedad pueden confundirse, sin embargo, no significan lo mismo. Tanto el estrés como la ansiedad cambian la química cerebral y las personas pueden experimentar síntomas físicos que pueden ser notables, como el aceleramiento de las palpitaciones del corazón o manos sudorosas, entre otros síntomas. El estrés se define como una respuesta natural ante los retos diarios de la vida, como puede ser casarse, iniciar la convivencia, nuevas responsabilidades en el trabajo, aumento en la carga de trabajo, enfrentarse a un nuevo diagnóstico, preocupaciones, muerte de un ser querido, entre otras circunstancias. El estrés es natural y todas las personas que estamos en constante adaptación a las exigencias de la vida lo experimentamos. Cuando hablamos del “estrés positivo”, estamos hablando de la respuesta o adaptación adecuada al medio ambiente. Si las demandas del medio ambiente son excesivas, intensas, prolongadas o superan la capacidad de las herramientas que tenemos disponibles para adaptarnos, hablamos de lo que es “estrés negativo”. El estrés negativo desencadena una disfunción en nuestra vida y puede precipitar en otras enfermedades de salud física y mental.
De otra parte, la ansiedad es diferente. Mientras que el estrés es la presencia de un “factor estresante”, la ansiedad es el estrés que continúa después de que el factor estresante ha desaparecido. La ansiedad se define como una reacción emocional de alerta ante un suceso amenazante. Cuando las personas pensamos que no tenemos los recursos disponibles para lidiar con una situación comenzamos a percibir la situación como una amenazante, sentimos que no tenemos el control ni las herramientas para resolverla, provocando preocupación y temor. La característica más importante de la ansiedad es su carácter anticipatorio. Esta anticipación en leve intensidad, frecuencia y duración nos ayuda a activarnos y funcionar adecuadamente ante una situación que requiera que reaccionemos con inmediatez. Sin embargo, cuando esos niveles de ansiedad aumentan, perduran, se generalizan o empeoran con el pasar del tiempo, se trata entonces de un trastorno de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad afectan nuestro desempeño diario en el ámbito social, familiar, laboral y/o escolar. Existen muchos tipos de trastornos de ansiedad que cuentan con características particulares. Sin embargo, la gran mayoría de las personas que tienen trastornos de ansiedad se sienten abrumadas fácilmente por sus emociones y presentan reacciones negativas a esos sentimientos y situaciones desagradables. Si usted se ha sentido abrumado (a), temeroso(a), nervioso(a) o inquieto (a), con palpitaciones o con dificultades para conciliar el sueño que se han extendido por un largo periodo de tiempo, podría estar experimentando un trastorno de ansiedad. Es importante que si se identifica con alguno de estos síntomas, busque ayuda de un profesional de la salud mental. Los psicólogos tenemos los conocimientos y entrenamiento necesarios para diagnosticar los trastornos de ansiedad y enseñarles a los pacientes formas más sanas y efectivas de afrontarlos.
Referencias: